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Los Desafíos Actuales de la Minería

Este mes se festeja el día de la minería y Salta será sede de sus festejos. Nuestra provincia ha sido calificada por empresarios de todo el mundo como la mejor posicionada entre todas las provincias mineras argentinas en cuanto al clima de inversión (conf. Informe Anual 2010/2011 del Fraser Institute de Canadá). Sin embargo, esta actividad no está exenta de desafíos, tanto locales, nacionales como internacionales.

2012 Mayo – Desafios de la Mineria – Articulo El Tribuno

Por Dario Arias, director (off counsel) de Resources Energy Consulting

En el ámbito local tres son los mayores desafíos más importantes que enfrentamos: el primero es la falta de infraestructura caminera –sobre todo la siempre postergada Ruta Nacional 51 (y especialmente el tramo Campo Quijano-San Antonio de los Cobres) y el FFCC Belgrano, que desde hace décadas se debate en el limbo del olvido y la dejadez, ambos nos alejan físicamente de los puertos y encarecen las operaciones.

Las comunidades vecinas a los yacimientos es el segundo desafío: la minería obliga a ubicar nuestras explotaciones donde están los yacimientos y donde las mejores prácticas nos indican como más apropiado y eficiente. Somos en cierta medida “vecinos a la fuerza”. Las empresas tratan en su mayoría de que esa relación dictada por la naturaleza sea lo menos perjudicial para las comunidades aledañas y que ellas se beneficien con los impactos positivos que los proyectos mineros traen consigo. Lo ideal sería que la minería afectara lo menos posible a dichas poblaciones en su estilo de vida y cultura. Por otra parte, siendo esta actividad de las pocas que se pueden desarrollar en la hostil puna, no podemos impedir la interacción de esas gentes con los proyectos mineros y que la actividad minera pueda servir como medio de vida (empleos) y beneficio social (atención médica de emergencia, mejoramiento de infraestructura caminera, capacitación laboral, etc.). Felizmente, hasta ahora, Salta se ha caracterizado en general por una civilizada y respetuosa relación mutua, a diferencia de otras provincias. Un racional uso del siempre escaso recurso agua (por parte de ambos: mineros y poblaciones) es un tema que está cobrando renovada relevancia también. En suma, la convivencia armoniosa y el desarrollo sostenible de esas olvidadas comunidades es la clave sobre la que hay que seguir trabajando conjuntamente.

La información de todos los ciudadanos sobre los pros y contras de la minería, que evitará las posiciones extremistas o apocalípticas; la actuación responsable de los medios y los dirigentes; y la correcta administración de los beneficios económicos que la actividad genera (tasas, impuestos y regalías) son el tercer desafío, en la búsqueda de un ambiente de trabajo libre de incertidumbres y sin vulneraciones de  derechos. La actividad minera de por sí ya tiene grandes riesgos (geológicos, financieros, de mercado, etc.); el entorno social y regulatorio es también muy tenido en cuenta por las empresas al momento de invertir. Sin inversión nuestros recursos naturales seguirán durmiendo en el corazón de la Cordillera Andina.

Es de vital importancia el compromiso y el apoyo de todas las empresas, recién llegadas y más antiguas en el rubro, a las cámaras empresariales que las nuclean (CMS y CAPEMISA) pues es la forma de fortalecer al sector y actuar de forma mancomunada. Es destacable, por ejemplo, la creación de la Comisión de Responsabilidad Social Empresaria (RSE), la iniciativa de protocolos recomendados para la actuación de las empresas y el trabajo coordinado con otros sectores como el turístico, colaborando con información y apoyo logístico.

En el ámbito nacional la minería enfrenta además de la incomprensión de la gente de las grandes ciudades alejadas de las provincias mineras y de la prensa desinformada (una paradoja!), la imagen de un país que no es atractivo para los inversores internacionales (sobre todo por los recientes hechos en un campo muy próximo a la minería, como es el de los hidrocarburos) por los cambios intempestivos en las reglas de juego, el intervencionismo estatal excesivo, las restricciones al comercio exterior (importaciones y exportaciones), entre otros.

En cuanto a los reiterados ataques a la actividad, en su mayoría infundados (porque si bien es cierto que pueden haber casos de mineros irresponsables, como hay empresarios irresponsables en otros sectores de la economía también, no se trata de una práctica generalizada!) la actitud adoptada recientemente por la presidente Fernández de Kirchner respaldando en Cerro Vanguardia la legitimidad y legalidad de la actividad nos parece oportuna. Sin embargo, esperamos que esa actitud se convierta en una constante.

La encrucijada por la falta de seguridad energética afecta también, sin dudas, a la actividad. Por tratarse de un tema cuya oferta es ‘inelástica’ (lleva mucho tiempo revertir una tendencia) las empresas se ven obligadas a distraer fondos y esfuerzos en solucionar este problema acuciante. Esta amenaza debería ser también una ventana de oportunidad para el impulso sostenido de las renovables o energías limpias.

La falta de personal nacional calificado para algunas funciones técnicas clave es otro aspecto que las empresas ven con preocupación y están trabajando para revertirlo.

Por último, a nivel internacional, la consultora Deloitte publicó recientemente un trabajo que identifica las diez tendencias que caracterizará al sector este año. Varias de esas tendencias coinciden con los aspectos que acabamos de señalar precedentemente. A ellos, podemos agregar los incrementos de costos, sobre todo laborales, fogoneados por el aumento de los precios de los commodities (más allá del proceso inflacionario que sufre nuestro país); la volatilidad de los precios, en parte por la sostenida demanda de China e India, y por interferencias de especuladores que aprovechan ese hecho para lograr ganancias a corto plazo; los aumentos en impuestos y regalías (tendencia de la que nuestro país no está exento) y la creación de otras cargas nuevas, que afectan la rentabilidad de la actividad. Finalmente, dos aspectos más a tener en cuenta: los riesgos no tradicionales (llamados en la jerga “cisnes negros”) como las inusitadas catástrofes climáticas, como tsunamis, revueltas sociales, etc. que suman volatilidad a los mercados; y la crisis financiera mundial podría desacelerar las inversiones en los proyectos menos atractivos.

Publicado por diario El Tribuno (www.eltribuno.com.ar)

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